2010/05/15

El Coleccionista de Letras




CAPÍTULO 2. EN CASA


Por fin, después de quella aventura absurda, después del viaje, el avión, el aeropuerto, el compañero de vuelo que le desestabilizó la tranquilidad con la que pensaba cruzar el cielo... después de todo aquello, abrió la puerta con sigilo (eran las 4'00 de la madrugada), levantó los plomos de la luz y conectó el gas... Se puso a calentar leche (siempre desconfió del microondas, que yacía solitario sobre el banco de la cocina) y desgarró el papel del regalo que se había hecho a sí mismo con tanta fruición. Abrió uno a uno los diminutos cajoncillos y comprobó que ninguno de ellos se iba a resistir...Así fue, la compra era excelente... buena calidad de juguete caro. La leche se derramó sobre la encimera y profirió un palabro:- joder! qué inútil!... y un poco de leche quemada manchó para siempre la letra X (o la jota o la S o la R... que en nada afecta al relato...). Esto le fastidió tanto y más que dejó todo como estaba y se fue a dormir....


A eso de las 10 despertó y se enfiló las zapatillas de descanso... Bueno, tratará de quitar la mancha, café con leche, magdalena, crema hidratante, ducha, cepillo de dientes... por ese orden o de cualquier otro modo, hizo lo que hacía cada día... Tranquilidad y mucha higiene. Pero, mientras el agua de la ducha se llevaba los humores de su último viaje, tomó una gran decisión (que igual rompería días después... o no... quién sabe?...) No volvería a viajar solo. Esta era una de las características más destacadas de su personalidad en las charlas de cafetería con el grupo de amigos: - Le encanta viajar solo, andar de acá para allá, tiene una riqueza interior asombrosa, tan culto!...


Ya no más, recorrer países, plazas, sembrados y avenidas en solitario; hasta ahora, había estado bien... Ninguna de sus amistades tenía el tiempo, ni el dinero suficiente para viajar tanto. Este era su "apreciado pedigree", su targeta de presentación: - te presento a..., no veas los viajes tan interesantes que lleva hechos!!!. Así solía ser siempre, o casi siempre. Incluso pensaba amenudo que todas las relaciones breves con las que había entretenido su existencia, sin implicación emocional alguna, se debían al "aura de viajero incansable" que despertaba la curiosidad de unos y otras... Esto le daba facilidad de conversación. Con tantas experiencias vividas era el centro de interés de las conversaciones en el trabajo y con las amistades. Y, además lo hacía con modestia, sin estidencias, con elegancia... ni un ápice de superioridad ante los demás, con cordialidad... Un artista de la conversación amena, vaya...

Y, además, el hecho de viajar siempre solo le daba un halo de misterio que parecía aumentar su atractivo personal y físico evidente...Claro, él no necesita a nadie...


Ya no más, se acabó. Demasiado museo, demasiada heladería, demasiado restaurante caro, demasiado lugar romántico sin una mano que apretar o un muslo que acariciar... Al fin se lo reconoció, al fin se lo dijo el agua templada de la ducha. La postura lasciva de aquellos japoneses en Florencia besándose ante Perseo, la cálida sonrisa de aquella persona anónima de insultante belleza en México en aquella enorme y desangelada plaza, el pecho brillante al sol en un atardecer cualquiera en una playa de Barcelona, esos pies desnudos entrecruzados bajo un banco en la Catedral de Cracovia... Si, al fin lo reconocía... todo eso le atravesó el pecho y le hizo sentirse como el "Petit-Prince" de Saint-Exúperý... en un planeta pequeño enmedio de unas flores regadas con constancia que no huele nadie más que uno mismo... Todos los fragmentos de felicidad he había contemplado con envidia habían asaeteado su alma hasta hartar... eran pedazos inconexos, mezcla de deseo sexual y disfrute visual de la belleza ajena... y nada tenía sentido si trataba de poner orden a sus pensamientos cuando eso pasaba, y se decía a si mismo: bah!, seguro que no son tan felices como parecen... ya nadie es feliz. Y con eso y un bizcocho o cualquier otro dulce prohibido... a otra cosa, mariposa...! Pensamiento fugaz, mirada a la guía turística y a visitar el siguiente monumento en la ruta prevista...


En este último viaje, el pensamiento desestabilizador de sus emociones (que así llamaba a estos fugaces instantes en su obsesión por racionalizar todo) fue insustancial, pero le dio como dardo en diana, en el propio centro de su ser.


Una hoja de árbol cayó en pleno verano sobre el banco de enfrente. Unos enamorados se hacían una foto y esa hoja cayó como romántico presagio otoñal... Y él odiaba el otoño y su intrínseca melancolía, y se burlaba de las fotos de enamorados, y se decía: en unos meses habrán roto, y borrarán las fotos y llorarán de desdicha, siempre es así cuando la gente retuerce las emociones y las convierte en catedrales góticas. Esa hoja caída sobre el banco, le cayó sobre el alma y le jodió bien... Se abrazó a la bolsa de su regalo en forma de armarito de secretos de niña pequeña y lloró. Y ahora, en casa... miró la cajonera de colorines sobre el gris de los muebles de su cocina y lo volvió a hacer... sólo dos lágrimas y ya... - Venga, tio... que tu no eres así!!! (se dijo)... Bebió el café en una exhalación y salió de casa a buscar a las amigas para empezar a contar el último viaje... siempre le escuchaban con tanto interés!!!...